sabato 6 ottobre 2007

La theorie de la bipédie initiale –Le passé aquatique de l’homme-

Presto, al desarrollarse nuevos procedimientos científicos con el progresar de la historia, se han encontrado grandes anomalías en éstos postulados, como la propia ausencia de fósiles que confirmen las teorías o simplemente el no-planteamiento de factores catastróficos –desastres naturales- en la desaparición de ciertas especies –Gould hace hincapié en esta falencia y propone una evolución a saltos progresivos.

Buscando por sitios recónditos de la Internet nos encontramos con una teoría muy llamativa del francés François de Sarre en cooperación con el zoologista belga Bernard Heuvelmans quienes nos hablan de un “bipedismo inicial”, por el cual el mono no pudo evolucionar y convertirse en un homo sapiens, ya que el bipedismo o estado “enderezado” es anterior al estado erguido o “curvatura” propia del mono.

Todo esto lo podemos declarar si sostenemos que la vida proviene del mar: El tallo dorsal de ciertos gusanos marinos acéfalos –de donde se cree la aparición de los primeros vertebrados- se ha transformado en columna vertebral. Luego, este antecesor de todos los vertebrados ha evolucionado "a la manera de una medusa" creando primero una bolsa ectodérmica llena de gas. Esta bolsa esférica, al desarrollarse en la punta de la columna vertebral, como una burbuja, va a contener el cerebro y obligar al homúnculo marino, luego terrestre, a conservar la estatura vertical que le conducirá al bipedismo.

Luego de esto, nos habla –aunque nos parece algo un tanto más exagerado- que posiblemente el mono fue el que provino del ser humano por una “deshominización”. Quisimos adjuntar un fragmento del pensamiento de De Sarre, ya que lo encontramos muy conciso y claro en su expresión:

"…A partir de una estirpe de bípedos de cabeza redonda, que son nuestros antecesores directos, muchas ramas colaterales se desarrollan por deshominización. Muchos de aquellos primates tuvieron una existencia muy efímera y desaparecieron sin dejar huella.Otras formas, como los diversos australopitecos y pitecántropos conocidos se mantuvieron mucho tiempo y evolucionaron, deshominizándose cada vez más. Los grandes monos africanos divergieron del Hombre hace unos 5 millones de años y, después de una fase hiperantropoide, luego australopitecoide, penetraron en la selva especializándose en la práctica del arboricolismo.".

Descubrimientos que avalan estas teorías son los hallazgos de fósiles de millones de años atrás. Este es el caso del Orrorin tugenensis o “Millenium ancestor”, sus fósiles tienes seis millones de años de edad; y el hallazgo de Kenyanthropus platyops, “el hombre de la cara aplastada” que posee 3,5 millones de años de antigüedad, -además de los descubrimientos de Elwyn Simons de fósiles de primates de hace 40 y más millones de años de antigüedad. Esto va en contra de toda idea de temporalidad y aproximación al advenimiento de la especie homo sapiens en el mundo.


Otro punto importante de abordar, y con el cuál De Sarre basa su investigación y recopilación de datos misma sobre la estancia del homo sapiens en tiempos más tempranos de los que se piensa que habitó, es el estudio de las “piedras de ica” y las estatuillas de acambaro. Estas primeras se encuentran en la misma ciudad de Ica, en Perú y muestran a seres humanos interactuando con animales prehistóricos, muy parecidos a dinosaurios, ¡y hasta hombres que miran el cielo con algo parecido a catalejos!


Figura de la izquierda:

Presumiblemente un Stegosaurio.



Figura de la derecha:
Un ser humano mirando -¿contemplando?- por lo que, al parecer, es un catalejo.
Link en francés sobre la bipedación inicial:

mercoledì 3 ottobre 2007

Orfeo y Eurídice

" Ella fue mi canción inspiradora,
y la musa raíz de mi canción;
mas la muerte, noctámbulo ladrón,
la arrebató antes de brillar la aurora.
No era mi amor, ni lo es, amor que ignora,
y al Hades descendí. La persuasión
de mi canto logró su redención,
que cede el Hades si mi canto implora.
"Llévatela a la luz, mas sin volverte
a mirarla en las sombras, o la muerte
de su destino habrá de apoderarse".
¡Oh, impaciencia del hombre enamorado!
Volví los ojos, y me fue arrancado
el corazón al verla evaporarse... "


Proserpina y Plutón, conmovidos ante tan grande amor y tantas peripecias, mandan a llamar a Eurídice para entregarla al poeta.
Llega ella, todavía dolorida y sin aliento. Pero apenas ve a su esposo, sus ojos se llenan de luz y una sonrisa entreabre otra vez sus labios pálidos. Deseosa de entregarse al cantor para siempre, la ninfa extiende sus brazos. Pero los soberanos infernales no le permiten el abrazo. Sólo consienten en que la pareja parta. A último momento, Proserpina advierte al poeta: él deberá marchar siempre adelante. Mientras esté en la región infernal no podrá volverse a contemplar el rostro de su amada. Si lo hiciera, perderá para siempre a Eurídice, que volverá al reino de las sombras. Parten los esposos. Orfeo siempre adelante, canta durante todo el viaje. Sabe que la ninfa es feliz oyéndolo. En la orilla de Estigia, aun sin mirarse el uno al otro, los enamorados encuentran a Caronte. Contento de volver a ver a su amigo vivo, el viejo lo conduce al otro lado del río infernal. Ya casi en la puerta que los separa del mundo de los mortales, lejos del crepúsculo infinito, el poeta no puede contener el deseo de volver a ver el rostro de su amada. El aviso de Proserpina le resuena en los oídos. Eurídice viene detrás, y en el fondo de su alma implora a los dioses que el esposo no ceda a la tentación de mirarla. Falta tan poco para unirse nuevamente... A último momento, olvidando las palabras de la reina infernal, Orfeo cede al imperioso deseo. Vuelve hacia atrás la mirada dolorida y sólo divisa una sombra, traslúcida llorosa, que retorna a la oscuridad. Todo está perdido. El poeta desesperado, desanda el camino y ruega muchas veces a Caronte que traiga a Eurídice nuevamente a la orilla de los vivos. Pero no escucha su pedido y lleva a la sombra de la joven a su morada definitiva.

Solo, desolado, como si dejase en las sombras la mitad de si mismo, Orfeo vuelve a la superficie de la tierra. Ya nada podrá hacerlo sonreír. Su canto se hace triste para siempre, de una tristeza infinita, como si el poeta estuviera sólo esperando el momento de la muerte para volver a ver a su amada. Dicen que mucho después, Orfeo perdió la vida de manera extraña. Las Bacantes enamoradas del poeta intentaron seducirlo. Y él, negándose a ellas en nombre del recuerdo de Eurídice, trató de escapar por el bosque. Pero las mujeres tracias lo siguieron y consiguieron atraparlo. Furiosas, le despedazaron las ropas y le rasgaron la carne. Su cabeza, sin embargo, erró por las aguas dejando todavía oír su voz, y donde se posó se erigió un santuario. Hecho pedazos el cuerpo del poeta, su alma al fin libre pudo partir a los Infiernos. Y allí unido a Eurídice, deambula por las melancólicas praderas y bosquecillos del reino de Plutón, cantando al amor, más y más grande que la muerte.

Un buen comienzo...



-Mito Hopi de la creación-

Al comienzo del tiempo, una chispa de conciencia se encendió en el espacio infinito. Esta chispa era el espíritu del sol, llamado Tawa. Y Tawa creó el primer mundo: una enorme caverna poblada únicamente por insectos. Tawa observó durante unos instantes cómo se movían y sacudiendo la cabeza pensó que aquella población hormigueante era más bien estúpida. Entonces les envió a la Abuela Araña que dijo a los insectos:
-Tawa, el espíritu del sol que os ha creado, está descontento de vosotros porque no comprendéis en absoluto el sentido de la vida. Así que me ha ordenado que os conduzca al segundo mundo, que está por encima del techo de vuestra caverna.
Los insectos se pusieron a trepar hacia el segundo mundo. La ascensión era larga, tan larga y tan penosa que, antes de llegar al segundo mundo, muchos de ellos se habían transformado en animales poderosos. Tawa los contempló y dijo:
-Estos nuevos vivientes son tan estúpidos como los del primer mundo. Tampoco parecen capaces de comprender el sentido de la vida.
Entonces pidió a la Abuela Araña que los condujera al tercer mundo. En el transcurso de este nuevo viaje algunos animales se transformaron en hombres. La Abuela Araña enseñó a los seres humanos la alfarería y el arte del tejido. Los instruyó convenientemente y en la cabeza de hombres y mujeres comenzó a despuntar un destello, una vaga idea del sentido de la vida. Pero los brujos malvados, que sólo se sentían a gusto en las tinieblas, extinguieron aquel destello de luz y cegaron a los humanos. Los niños lloraban, los hombres peleaban y se lastimaban: habían olvidado el sentido de la vida. Entonces la Abuela Araña volvió a ellos y les dijo:
-Tawa, el espíritu del sol, está muy descontento de vosotros. Habéis desperdiciado la luz que había brotado en vuestras cabezas. Por consiguiente, deberéis ascender al cuarto mundo. Pero esta vez, tendréis que encontrar por vosotros mismos el camino.
Los seres humanos, perplejos, se preguntaban cómo podrían subir al cuarto mundo. Durante largo tiempo permanecieron en silencio. Al fin, un anciano tomó la palabra:
-Creo haber oído ruido de pasos en el cielo.
-Es cierto
-asintieron los demás-.
También nosotros hemos oído el caminar de alguien allá arriba.
Así pues, enviaron al «pájaro gato» a explorar el cuarto mundo que parecía habitado. EI pájaro gato se coló por un agujero del cielo y pasó al cuarto mundo, donde descubrió un país semejante al desierto de Arizona. Sobrevoló el país y divisó a lo lejos una cabaña de piedra. Al aproximarse, vio delante de la cabaña a un hombre que parecía dormir, sentado contra la pared. El pájaro gato se posó junto a él y el hombre despertó. Su rostro era extraño, pavoroso; completamente rojo, cubierto de cicatrices, quemaduras y costras de sangre, con unos trazos negros pintados sobre los pómulos y sobre la nariz. Sus ojos estaban tan hundidos en las órbitas que eran casi invisibles, a pesar de lo cual el pájaro gato vio brillar en ellos un resplandor aterrador. Reconoció a aquel personaje: era la Muerte. La Muerte miró detenidamente al pájaro gato y le dijo gesticulando:
-¿No tienes miedo de mí?
-No-respondió el pájaro-. Vengo de parte de los hombres que habitan el mundo que está debajo de éste. Quieren compartir contigo este país. ¿Es eso posible?
La Muerte reflexionó unos momentos.
-Si los hombres quieren venir -dijo finalmente con aire sombrío-, que vengan.El pájaro gato volvió a bajar al tercer mundo y contó a los hombres lo que había visto.
-La Muerte acepta compartir con vosotros su tierra-les comunicó.
-¡Gracias le sean dadas! -respondieron los hombres-. ¿Pero cómo podremos subir hasta allá arriba? Pidieron consejo a la Abuela Araña y ésta les dijo:
-Plantad un bambú en el centro de vuestro poblado y cantad para ayudarle a crecer.
Así hicieron los hombres y el bambú creció. Cada vez que los cantores tomaban aliento entre dos estrofas, se formaba un nudo en el tallo del bambú. Cantaban sin cesar y la abuela araña danzaba y danzaba para ayudar a que el bambú creciera bien derecho. Del alba hasta el crepúsculo cantaron sin tregua hasta que, por fin, la Abuela Araña exclamó:
-¡Mirad! ¡La punta del bambú ha pasado por el agujero del cielo!
Entonces los hombres empezaron a trepar por el bambú, alegres como niños. Nada llevaban consigo, estaban desnudos, tan desprovistos como el primer día de su vida.
-¡Sed prudentes! -les gritó la abuela-. ¡Sed prudentes!
Pero ya no le oían, estaban demasiado arriba. Alcanzaron el cuarto mundo y en él construyeron poblados, plantaron maíz, calabazas y melones, hicieron jardines y huertos. Y esta vez, para no olvidar el sentido de la vida, inventaron las leyendas.